«La meditación zen es como golpear el gong de nuestro ser. Su reverberación se expande y continúa en nuestra vida cotidiana hasta que, poco a poco, se va apagando. Por eso necesitamos golpear de nuevo el gong, una y otra vez, hasta que nuestra vida entera sea una vibración plena y actualizada de nuestro ser real»
Pie izquierdo, entro en el templo.
Pie derecho, voy saliendo del ego ilusorio.
Mientras tanto barro en los pies.